lunes, 16 de agosto de 2010

...y el resto tierra conquistada

El viajero busca el aprendizaje por contraste. Es decir saber más de sí mismo a través de los que son distintos a él. El caminante sureño como contrapunto al tórrido verano de su terruño busca el refrescante verde del norte.

Ese es mi caso y esta pasada semana he resuelto una deuda que tenía pendiente de toda la vida, visitar la tierra de Don Pelayo. Donde según cuentan las leyendas y mitos más arraigados nació la reconquista contra el invasor de turno. De ahi el titulo de esta entrada, Asturias es España...

Este ha sido un largo rodar por carreteras ibéricas, un entrañable encuentro con viejos amigos y un embarrado, lluvioso y espectacularmente bello paso por la geografía asturiana. En apenas una semana y con el ansia del experimentado viajero que sabe cuándo se puede exprimir más o menos un trayecto recorrimos Cudillero; Gijón, Oviedo, Cangas de Onís, Covadonga y , cómo no, Arenas de Cabrales.

Lo primero que me llamado la atención es ¡lo grandes que son las montañas!, uno está acostumbrado a los achatadas formaciones montañosas de Murcia, y en los últimos años al llanísimo campo de Cartagena. Cuando se empieza a subir y subir podría pensar que esta en plenos Alpes. Esta sensación se acentúa y matiza más tarde, en el entorno de los picos de Europa macizo fruto de lo que en geología se llama plegamiento alpino que creó el relieve más abrupto de España. Y este a su vez dio lugar a una cultura diferenciada y peculiar.

La verdad, es que la montaña es preciosa, y verde, muy verde, tanto que al dejarla parece que duelen los ojos, parece que en cualquier otro sitio la hierba es amarilla.

El mar es la otra mitad de Asturias, un mar Cantábrico que humedece el clima, que refresca el ambiente y que jalonado de acantilados e inmensas playas sigue contrastando con mis playas mediterráneas, más bien pequeñas y llanas. El mar agresivo y hermosísimo enmarca pueblos de raigambre celta y espectaculares paisajes de kilómetros de costa habitada racionalmente.

Si la montaña y el mar forman el cuerpo, el alma es la sidra natural, escanciada, tragada de una, y servida a mano. Los suelos desparramados del olor dulzón, las calles regadas por el liquido elemento de la gastronomía astur, y el bonito gesto de entregar en mano el vaso, humano y cercano.

En definitiva, una experiencia intensamente viajera, un país con historia, una tierra encrespada de leyendas, un mar autentico y ciudades de belleza antológica, cultura ancestral y patria de patrias hispánicas que me ha acogido, enganchado y hechizado.

2 comentarios:

  1. Qué bonita es mi tierra!! Gran post. En unos años debes volver y visitar Avilés. La están poniendo preciosa...

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  2. Y tanto Fer, ¡una maravilla! Volvere!

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