jueves, 24 de mayo de 2012

El tiempo y el café





Es extraño cuando el tiempo se  revuelve, como dijo Antonio Vega, con el café.

Se mezclan sueños y decepciones por igual, duelen los huesos de tanto caminar y al alba un día cualquiera te despiertas sin saber donde estas.

Cuando tus ojos se van adaptando a la recién estrenada oscuridad, reconoces formas, el olfato te dice que este aire es familiar; notas como corretea una gota de sudor por tu frente, y te detienes un segundo medio incorporado para oír el silencio de la madrugada.

Sin duda estas en casa, pero hay algo raro, tienes la garganta seca y un leve mareo. Notas que se ha roto algo, que en algún resquicio de tu conciencia se agazapa una vez mas la locura. El día puede ser lo que tenga que ser, el momento es el oportuno siempre.

El café humea en la cocina, y en tu cabeza bulle la vida, olores familiares, tiempos reposados y decisiones por delante. Incorporas a tu ideario los sesudos análisis radiofónicos que acabas de escuchar entre las ráfagas de agua fría de la ducha matutina. Reconsideras el tiempo que inviertes en asentar tu pensamiento, y llegas a la firme convicción de que digan lo que digan es necesario para seguir cuerdo.

Esta mañana se han mezclado las llagas con las esperanzas. El tiempo que no volverá espera con el café  en la alacena para ser un nuevo comienzo, como todos los días.

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